MochiCuento: “El Susurro del Bosque Mágico🌳✨"

🌳 “El Susurro del Bosque”

Un cuento mágico de MochiZoo

En lo más profundo del Bosque Mágico, donde las flores cantan en voz bajita y el viento cuenta secretos a las hojas, ocurrió algo muy curioso…

Una mañana, Fukko el zorro despertó con las orejas bien levantadas.
¿Escucharon eso? —dijo, mirando a su alrededor—. El bosque me ha susurrado algo… pero no logré entender qué.

Toko, el mapache, apareció dando volteretas sobre una rama.
—¿Un susurro? ¿Un secreto escondido? ¡Seguro brilla! ¡Yo lo encuentro!
Y se lanzó a buscar con una lupa que había hecho con una gota de rocío.

Mimi, la conejita, se acercó saltando suavemente entre las flores.
—Tal vez el bosque está triste —dijo—. A veces, cuando una flor no florece, el bosque se pone silencioso.

Boro, el oso, rascó su pancita con calma.
—El bosque nunca habla por hablar… Escuchemos juntos.
Y se sentó con los demás, en círculo, respirando hondo y en silencio.

Pero el susurro seguía siendo muy bajito. Como una melodía escondida en las ramas.

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Entonces llegó Nubo, colgado boca abajo de una rama mullida.
—Quizás… solo hay que esperar —murmuró bostezando—. A veces, los secretos llegan mientras soñamos...

Y en ese momento, Bibi, la pequeña abeja, aterrizó en una hoja brillante.
—¡Yo sé qué pasa! —zumbó emocionada—. ¡Una flor dorada está por nacer! ¡Solo florece una vez al año y necesita la armonía del bosque para abrirse!

Todos los Mochimals se miraron emocionados.
—¡Entonces tenemos que ayudar al bosque a estar en equilibrio! —dijo Mimi.


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🌼 El plan mágico

Fukko guió a todos por caminos secretos para llegar al claro sagrado.
Toko recogió piedritas relucientes y las colocó en forma de estrella.
Mimi decoró el suelo con pétalos recién caídos.
Boro leyó un antiguo poema del bosque en voz baja.
Nubo, como siempre, cerró los ojos… y soñó.
Y Bibi… ¡voló en círculos dorados sobre la flor dormida!

De pronto, el bosque se quedó completamente quieto.

Y entonces…

¡PLUM!
La flor dorada se abrió suavemente, emitiendo una luz cálida que abrazó a todos.

El bosque volvió a cantar bajito, pero ahora no era un susurro.
Era una canción.
Una canción de gratitud.

Desde aquel día, los Mochimals del Bosque Mágico supieron que, aunque cada uno era distinto, juntos podían escuchar lo que nadie más oía:
el corazón del bosque.

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“Cada Mochimal tiene un don especial…
Pero cuando se unen, hacen florecer la magia.”

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